Este 30 de agosto se conmemora la vida de San Bononio, admirado abad quien enfoco su camino de fe hacia el aislamiento de la sociedad. Como eremita viajo durante años por territorios de Egipto y posteriormente el monte Sinaí. Según algunas escrituras y biógrafos, se cree que San Bononio vino al mundo en la tierra de Bolonia, Italia, alrededor del siglo X, formando en su juventud valores adecuados, creciendo en la ciudad.
Convertido en un Hombre, Bononio comienza un viaje de exploración y comunión espiritual, destacando en Oriente al realizar numerosas obras bondadosas y humildes como eremita. En Egipto su nombre es reconocido por las muestras de piedad, asistiendo sin temor al prójimo, construyendo iglesias e incluso colaboro con ardua paciencia en la liberación del obispo del Vercelli, siendo nombrado abad de un monasterio en agradecimiento por sus esfuerzos.
Las tareas de San Bononio durante los viajes espirituales
Con su labor finalizada en Egipto, da partida al territorio de la Toscana, acercándose al monasterio de Marturi donde las personas le atestiguan realizando obras sobrenaturales, empeñándose en recuperar antiguas costumbres para los monjes que había conocido, trayendo conocimiento espiritual y capacidad para gobernar como principal líder en una serie de fundaciones monásticas. El éxito del santo daría resultados en las condiciones del pueblo residente bajo sus mandatos.
El final de un largo recorrido
Pese al triunfo de su gobierno monástico, San Bononio no se retuvo en su pueblo natal que había visto madurar y fortalecerse espiritualmente, viajo por diferentes lugares rindiendo tributos, destacando su visita a Valsesia, donde se edifica una iglesia con su ayuda, sugiriendo también la construcción de una iglesia que rinda tributo a la Virgen del Rosario. Finalmente fallece el santo en el año 1.026, siendo canonizado por Juan XIX en el mismo año de su partida.