Hoy se conmemora a San Esteban de Hungría, ejemplar rey del pueblo húngaro, cuya memoria y obras le convertirían en el patrono de toda Hungría. Nacido en el año 975, de joven recibió a Cristo de manera convencional, siendo bautizado con diez años de edad y al cumplir veinte años se compromete con la hija de un importante duque conocido como San Enrique segundo.
Convirtiéndose en el heredero natural de su padre, Esteban enfrenta conflictos bélicos en su reinado con inteligencia y autoridad al vencer a las tribus invasoras, dominando e instantáneamente enviando un arzobispo para solicitar al sumo pontífice la aprobación que sus súbditos clamaban, que se le confirmara de forma sagrada como el rey de sus tierras. Aprobado y conmovido por el ejemplo que mostraba, el papa acepto el pedido de Esteban y le invito a continuar el reinado.
La labor cristiana de San Esteban de Hungría
Con la promesa de servir al Señor, el rey Esteban estableció con respeto las divinidades de la fe católica, mostrando a sus fieles seguidores el camino sagrado a través de la designación de sus propias fundaciones y líderes consagrados. El esfuerzo del rey se vería recompensado al repeler las blasfemias y abusos en su reino, condenaba todo acto de violencia como los asesinatos e invitaba a las parejas adultas a contraer el matrimonio bajo la aprobación del Creador.
El humilde trato del rey
El rey creía firmemente que su pueblo merecía obtener recompensas honestas, un día se vistió como un simple pueblerino y distribuyo riquezas entre los pobres hasta ser atacado por un grupo de individuos desesperados, el rey tomo este acto con calma al entender que aun debía trabajar en su pueblo. Partiendo en el año 1.038, múltiples milagros fueron atribuidos a sus reliquias, siendo canonizado en el año 1.083 por Gregorio VII.
