Hoy se conmemora la obra de San Juan Berchmans, querido religioso dedicado con esmero a demostrar el amor del Santísimo Padre, quien en vida se esforzaba en mostrar ante todos gran honestidad, compasión y buenos deseos, ganando inevitablemente el cariño de sus compañeros hasta caer víctima de una enfermedad. Pasados los años se le vería celebrado al convertirlo en el patrono de los jóvenes y de los estudiantes.
Nacido en el año 1.599 en el taller de su padre, el joven Juan empezó su formación por medio de maestros laicos, aprendiendo latín y entendiendo las bases científicas, acompañando a uno de sus maestros en viajes a santuarios y conversar con múltiples sacerdotes, por lo que se vería atraído por el conocimiento del Señor y disfrutaría de la soledad. Juan prefería interactuar con personas mayores y los debates que podía desarrollar sin rechazar ocasionalmente los juegos infantiles.
La búsqueda perfeccionista de San Juan Berchmans
El negocio del padre de Juan se extendía y este deseaba que su hijo abandonase los estudios para contribuir en su fructífera labor, el joven rechazo por completo la propuesta de su padre ya que este deseaba con todo su corazón convertirse en sacerdote, hecho que lo llevo a tomar el noviciado aprendiendo de canónigos como criado al tiempo que buscaba un camino de perfección reflexiva, convirtiéndose en un respetado hermano.
El camino penitente y la despedida
Los hermanos de la comunidad se referían al padre como un hombre capaz de dominar múltiples temas a la vez, incursionando con un nivel excelso de consciencia y entrega penitente con el Señor. El santo partió en su encuentro con Dios tras una enfermedad corta en el año 1.621, siendo canonizado por León XIII en el año 1.888 tras atribuírsele numerosos milagros.
