Hoy se conmemora la vida de San Bruno de Segni, servidor del señor, que ejerciendo su labor como abad y en años posteriores como obispo, realizo grandes esfuerzos y experimento largos sufrimientos para lograr la renovación de la iglesia, incluso viéndose en la forzosa decisión de renunciar a su diócesis, viajando hasta Montecasino, lugar donde retomaría su trabajo como abad. Pese a ser una obligación temporal.
Nacido en el año 1.048, en Italia, Bruno fue miembro de una familia de importantes señores, los pertenecientes a Asti, en la ciudad de Piamonte. Los estudios académicos le llevaron hacia la Universidad de Bolonia, lugar en el que comenzaría también a formarse en la religión cristiana, logrando que se le nombrara canónigo para Siena y posteriormente lo llamarían en Roma, para dar muestra de sus ejemplares consejos alrededor del año 1.079.
La elocuente defensa de San Bruno de Segni
San Bruno seria recibido con mucho respeto en Roma, defendiendo fervientemente las doctrinas de la iglesia ante Berengario de Tours, teólogo francés. El Santo superior Gregorio VII, maravillado por el talento de Bruno, le otorga el título de obispo servidor de Segni, ya que Bruno rechazaría el cardenalato al no sentirse digno de tal honor, mostrando a todos ejemplares cuidados como obispo y sacrificando su puesto tras los desacuerdos contra sus decisiones para reformar la iglesia.
Asegurando el legado del Señor
Con talento para difundir la palabra del Señor, San Bruno de Segni se sumergió en la literatura, con el objetivo de realizar múltiples escritos en los que enfocaría sus observaciones sobre el rechazo de las injusticias internas, la simonía y la disciplina eclesiástica, prácticas que según el santo solo existían para distraer a las personas. Finalmente, el Señor reclamaría al santo en el año 1.123 y su canonización seria otorgada por Lucio III en el año 1.181
