Hoy se celebra la obra de San Buenaventura, también conocido como el Doctor Seráfico, quien ejerció su labor medicinal y sirvió honrosamente a la iglesia. Con el tiempo se convertiría en ministro general y guiaría durante un tiempo a la Orden de los Hermanos Menores, con fidelidad a sus principios recopilo numerosos escritos como erudito, su entrega lo haría reconocido por los demás como el patrono de los niños, los trabajadores y fabricantes de jabón entre otros.
San Buenaventura llego al mundo en el año 1.221, en Italia y por la gracia del Señor obtuvo su título en teología tras estudiar en la Universidad de París, iniciando su profesión como docente la cual le daría buena fama por sus cualidades de genio equilibrado y su facilidad para enfocar sus aprendizajes más allá de lo básico, haciendo que el mismo adquiriera conocimientos en filosofía y la teología escolástica.
La humilde entrega de San Buenaventura
Siendo invitado en numerosas ocasiones para unirse a la causa del Señor, Buenaventura rechazaba cada oportunidad por su humilde espíritu ya que sentía no ser digno de ese honor hasta que un milagro ocurrió en su vida, cuando se alejó nuevamente de aceptar a Cristo, un ángel se le apareció para depositar en su boca la hostia consagrada. Desde aquel instante empezó sin miedo a prepararse para el sacerdocio, ofreciendo ayunos y profunda oración.
El entusiasmo para predicar la palabra
Buenaventura demostró habilidad para predicar, atrayendo a todos por sus apasionantes palabras que mostraban amor y energía. Durante sus años en parís, empleo sus esfuerzos en la escritura de obras dignas, mientras resistió algunas confrontaciones violentas contra los franciscanos, obteniendo su título de doctor. Finalmente, el doctor se encontraría con el Señor en el año 1.274, siendo canonizado por Sixto IV en el año 1.482.