Hoy se conmemora la obra de San Teobaldo de Provins, santo también reconocido por el nombre de Thibault, que en el territorio de Vicenza trabajo como presbítero y eremita, renunciando a todas las riquezas de su familia en nombre de Cristo, abrazando la soledad y tomando una vida humilde como camino. Nacido en el año 1.017, en Italia, desde temprana edad se interesó en la rutina de los padres en el desierto, naciendo en la admiración por la abnegación y contemplación que aprendía.
Pronto, Teobaldo buscaría la forma de imitar a los padres, rechazando la orden de su padre para liderar una tropa y dar inicio a una campaña, ya que este había realizado un voto de aislamiento con el mundo, uniéndose al joven otro noble que buscaba la soledad y así empezaron los dos un viaje como mendigos hacia la abadía en Saint Remi. Inconformes con su estadía en la abadía, el viaje de ambos nobles a los bosques de Pettingen.
La soledad absoluta de San Teobaldo de Provins
En los bosques, los dos nobles construyeron pequeñas celdas para vivir y hacer profunda oración, para poder vivir en penitencia debían buscar sustento por mínimo que fuese, así que les veían alrededor de los pueblos más cercanos en búsqueda de trabajos albañiles y cualquier puesto disponible, ganando lo necesario para comprar pan y dar el resto a los pobres, pronto su popularidad de santos aumentaría haciendo que abandonasen el bosque y partieran en peregrinación.
El culto del santo y el rechazo de este
San Teobaldo detestaba que las personas se reunieran a su alrededor, ya que su voto era en total soledad, por lo que emprendió el viaje en peregrinación hacia Roma con su noble compañero, hasta que este fue llamado por el Señor, avisándole al santo de su próxima partida, siéndole reconocidos numerosos milagros, finalmente partió en el año 1.066 y se le canonizo en el año 1.070 por orden de Alejandro II.
