Este 31 de mayo se celebra la vida y obra de San Félix de Nicosia, santo y humilde orador religioso que daría ejemplo con su persistencia para ingresar en la Orden de Hermanos Capuchinos tras los continuos rechazos que lo llevaron a reintentar su ingreso por diez años. Nacido en el año 1.715, en la región de Sicilia, en Italia y siendo hijo de una familia de gran humildad, su padre ejercía el trabajo de zapatero falleciendo un mes previo al nacimiento del santo.
Siendo un niño humilde junto a muchos en la región, Félix no pudo tener una educación completa, trabajando como zapatero desde muy temprana edad. Gracias a la cercanía de un convento religioso de padres capuchinos, el joven se interesó pronto en los valores de la iglesia, la alegría, la belleza en el buen trato con el prójimo, la caridad, austeridad y humildad, al punto de solicitar a sus veinte años que le dieran la oportunidad para servir como lego.
La persistencia y el logro de San Félix de Nicosia
El cargo de lego era la mayor aspiración que San Félix de Nicosia podía aspirar, debido a su analfabetismo, no podía realizar la solicitud para convertirse en clérigo. Los rechazos de la Orden fueron constantes pero la esperanza y el espíritu del joven no le permitían abandonar su sueño, logrando su cometido en el año 1.743 tras hablar directamente con el padre encargado de la provincia de Messina.
Los fuertes desafíos y el inocente amor del santo
Mostrando disciplina como novicio, San Félix fue un limosnero que memorizaba con mucho esfuerzo los pasajes bíblicos que escuchaba, su amor por el Señor lo llevo a pasar fuertes mortificaciones y ayunos hasta padecer una fiebre que lo iluminaria y haría que se encontrara con el Creador partiendo en el año 1.787, fue canonizado por Benedicto XVI en el año 2.005.