San Macario I de Jerusalén fue un obispo del siglo III que realizó grandes obras de restauración de diversos lugares de la Tierra Santa y que es venerado como santo por la Iglesia Católica.
El obispo
San Macario nació hacia el año 250 en Jerusalén, aunque no se cuenta con datos exacto acerca de su fecha de nacimiento, su vida temprana ni de su familia.
Fue un hombre muy elocuente y que trabajó para el servicio de Dios, por eso fue el apuntado para suceder a Hermón como Obispo de Jerusalén hacia el año 314.
Entre sus obras como obispo destaca el haber sido un firme oponente del arrianismo, ya que se enfrentó a esta herejía que quería introducirse entre los cristianos. De manera que combatió con mucha veracidad para que permaneciera la sana doctrina.
También asistió al Concilio de Nicea donde tuvo una disputa con el Obispo de Cesarea con relación a los derechos que se le atribuían a cada sede.
Obras de la fe
En ese Concilio, San Macario presentó su tesis y logró que la sede de Jerusalén fuera reconocida como Arzobispado, del cual se hizo cargo por más de 15 años.
Los puntos discutidos en el Concilio hicieron que Constantino ordenara que se realizaran determinadas excavaciones en Jerusalén para que San Macario pudiera demostrar su tesis de que había reliquias existentes en esa ciudad.
Esto conllevó a que se hicieran diversos descubrimientos y restauraciones de los Santos Lugares. Entre estos hallazgos están las reliquias de la Santa Cruz. También ordenó que se realizara la construcción de la Iglesia del Santo Sepulcro.
San Macario murió hacia el año 335 en Jerusalén luego de haber sido un fiel servidor de Dios y haber trabajado por su obra de manera incansable dando ejemplo a todos. Su sucesor en la sede fue Máximo III de Jerusalén.
