San Pablo Miki fue un religioso japonés que fue martirizado y es venerado como santo por la Iglesia Católica.
Vivir para predicar
San Pablo Miki nació entre los años 1556-1562 en una familia rica de Kioto. A los 5 años recibió el bautismo y desde muy joven fue educado por los jesuitas, que eran muy respetados por los japoneses.
Su deseo era ordenarse como sacerdote, pero tuvo que ser postergado porque todavía no había un obispo en la única diócesis de ese lugar.
De manera que entró en la Compañía de Jesús y se dedicó a predicar el Evangelio para que sus conciudadanos se arrepintieran y se salvaran.
Sin embargo, cuando el emperador Toyotomi Hideoshi se propuso conquistar Corea, tomó un cambio en su actitud con relación con los cristianos, ya que temió la influencia de ellos y publicó un decreto donde solicitaba que todos los misioneros extranjeros fueran expulsados del país.
Algunos misioneros se fueron, pero otros se quedaron de incógnitos para continuar con el trabajo evangelístico. En el año 1593 llegan los monjes franciscanos provenientes de Filipinas, y el emperador los recibe sin problemas.
Apresado y martirizado
Pero luego la persecución arrecia por motivos políticos, y entonces los cristianos son apresados por órdenes de las autoridades. San Pablo Miki fue llevado cautivo junto a otros compañeros jesuitas y franciscanos, conocidos como los 26 mártires de Japón. Entre ellos estaba también San Felipe de Jesús.
Fueron obligados a caminar cientos de kilómetros hasta llevarlos a Nagasaki, como manera de servir de escarmiento para los cristianos.
Fueron crucificados a las afueras de la ciudad, el 5 de febrero de 1597. San Pablo Miki predicó su último sermón desde su cruz y perdonó a sus verdugos.
San Pablo Miki fue beatificado por el Papa Urbano VIII el 14 de septiembre de 1627 y canonizado por el Papa Pío IX el 8 de junio de 1862.