San Gregorio de Spoleto fue un predicador del siglo III que murió martirizado por causa de su fe durante las persecuciones a los cristianos.
Un hombre religioso
Gregorio era un hombre que vivía en Spoleto, en la península itálica en la Umbría, conocido por ser muy piadoso y ayudar a los demás.
Estaba muy interesado en solventar las necesidades de los más pobres, y en lo que podía ayudaba dándole consuelo a los más tristes y animaba a los desalentados.
Todos lo conocían como un hombre muy religioso, pacífico, y que demostraba una gran rectitud con su vida.
Debido a que vivió en la época en la que se habían ordenado las persecuciones a los cristianos por parte del Emperador Diocleciano, San Gregorio empezó a ser una amenaza porque hablaba de la falsedad de los dioses paganos adorados por los romanos.
Martirio
El Prefecto Flaco fue encomendado por el emperador para poner orden en su Imperio, por lo que tenía que acabar con cualquier vestigio del cristianismo.
Se dirigió a Spoleto y le preguntó a cada habitante por sus creencias, pero San Greogorio manifestó que su única adoración era para el Dios del cielo, el que había hecho al hombre a su semejanza.
De manera que como San Gregorio no quería rendirle adoración a los dioses paganos fue acusado de ser «rebelde a los dioses».
A pesar de las amenazas y vejaciones, San Gregorio permanece firme a sus convicciones, y por eso el Prefecto lo condenó a ser golpeado y luego morir a fuego lento. Pero ese día de la ejecución, un terremoto arrasó con Spoleto, y su condena fue diferida para el día siguiente.
La muerte de San Gregorio ocurrió el 24 de diciembre del año 303, y su vida nos recuerda que no debemos adaptarnos a las costumbres del mundo.
