San Modesto es considerado como uno de los Patriarcas y Restaurador de Jerusalén, y es venerado por la Iglesia Católica como santo.
Devastación en Tierra Santa
San Modesto fue un obispo de Jerusalén muy conocido por haber restaurado los templos de la ciudad que fueron destruidos por los persas.
Los persas, comandados por su rey Cosroes que era un ser pagano y enemigo de la religión cristiana, invadieron Tierra Santa en Palestina alrededor del año 600 y junto a los judíos y los samaritanos se encargaron de ir destruyendo poco a poco todas las edificaciones católicas.
De manera que deliberadamente atacaron los templos, altares, casas religiosas, entre otros, y el rey persa mandó a ejecutar a los cristianos, mientras que a otros los vendió como esclavos o fueron desterrados.
Heráclito, que era el emperador de Constantinopla, logró derrotar a los persas y quiso que la Tierra Santa fuera reconstruida.
San Zacarías, el Arzobispo de Jerusalén, también fue desterrado, y luego de su muerte en el exilio, San Modesto, que era un superior de un convento de Palestina, fue encomendado por Dios para restaurar los templos.
Obras de restauración
De manera que San Modesto fue nombrado Arzobispo de Jerusalén e inició el proyecto de reconstrucción que inició con la ayuda de los monjes a recoger los destrozos.
Reconstruyó el Templo del Santo Sepulcro, posteriormente el Templo de Getsemaní y luego la Casa de la Última Cena.
Continuó trabajando de manera incansable hasta que pudo reconstruir centenares de otras iglesias y capillas, y estaba totalmente involucrado con las obras al buscar contribuciones y hacer las debidas inspecciones.
San Modesto murió envenenado el 18 de diciembre por unos perversos que querían robarle los tesoros que llevaba, ya que se dirigía a un lugar de restauración llevando consigo un valioso cargamento de ayuda. Por esto su festividad se celebra ese día.