Santa María Faustina Kowalska fue una católica polaca que perteneció a la orden de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia y es reconocida como una de las más notables místicas cristianas.
Una vida consagrada
Nació bajo el nombre de Helena Kowalska el 25 de agosto de 1905 en Polonia, y desde pequeña fue conocida por ser una niña dedicada a la oración y a la espiritualidad, y por tener un gran corazón sensible a la pobreza, debido a que nació en un hogar muy austero.
A los 20 años ingresó al convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia donde estuvo por 13 años haciendo diferentes labores y adoptó el nombre de María Faustina del Santísimo Sacramento.
La devoción a la Divina Misericordia
Una de las actividades que hacía Santa Faustina era escribir en su diario, que está compuesto por varios cuadernos, en el que plasmaba los mensajes que recibía en sus encuentros con el Señor Jesús. Estos encuentros divinos hicieron que se convirtiera en una gran devota de la Divina Misericordia.
Desde ese entonces se encargó de divulgar su devoción y por eso también es conocida como «la apóstol de la Divina Misericordia».
Las enseñanzas
La vida de Santa Faustina nos enseña como aspirar a la perfección cristiana y cómo tener un auténtico sentimiento de caridad por el pobre, así como también el proclamar la misericordia de Dios al mundo y nos dejó las prácticas de las formas de culto a la Divina Misericordia.
Además, Santa Faustina se caracterizó por tener una vida consagrada a nuestro Señor Jesús y por atesorar sus encuentros con él.
En sus últimos años de vida sufrió de muchas dolencias corporales por causa de una tuberculosis que la aquejaba, y también de dolencias espirituales por su lucha interior. Murió a los 33 años por causa del deterioro de su sistema digestivo y sus pulmones.
Santa María Faustina Kowalska fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en 1993, y posteriormente canonizada en el año 2000 también por él.