San Francisco de Asís es una de las grandes figuras cristianas por su gran ejemplo de espiritualidad y por su vida dedicada al Evangelio en un tiempo tan difícil para la iglesia.
Nació bajo el nombre de Giovanni di Pietro Bernardone en el pueblo de Asís en Italia en el año 1811, en una familia de comerciantes que tenían una buena situación económica.
Desde muy joven recibió el apodo de «Francisco» y fue conocido por ese nombre. Se caracterizó por ser un joven que vivía una vida despreocupada y libre de vicios, y por ser muy generoso con los pobres.
Su amor por los pobres
Después de haber sido prisionero de guerra, y haber soportado esa dura prueba con alegría, San Francisco de Asís decidió dedicarse a una vida de oración y a dejar a un lado la importancia a las cosas terrenales, por eso se desprendía de lo que tenía y era muy humilde y sencillo.
Constantemente visitaba a los enfermos en los hospitales y se hacía amigo de leprosos, para regalarles el dinero que necesitaban o proporcionarles algo de vestir.
Reconstrucción de iglesias
San Francisco declaró que una imagen de Jesucristo crucificado le había pedido que reconstruyera su iglesia que estaba en ruinas, por lo que se dedicó a pedir limosna para lograr este cometido.
No se tiene un número exacto de la cantidad de iglesias que reconstruyó, pero sentía una gran estima por esas ruinas deterioradas que había vuelto a construir.
Las estigmas de San Francisco
San Francisco le pidió al Nazareno el poder sentir la Pasión de Cristo, por eso recibió las estigmas que eran las señales de la crucifixión.
Por causa de las heridas que le sangraban y lo hacían sufrir de manera constante, su salud empeoró hasta que murió el 3 de octubre de 1226 a sus 44 años en Asís.
El 16 de julio de 1228 fue canonizado y sus restos descansan en la Basílica de San Francisco en su pueblo Asís.