San Tarsicio fue uno de los santos y mártires más famosos de los principios de la era cristiana. Su fecha de nacimiento cuesta localizarla, debido a las imprecisiones de los textos que dan testimonio de su vida y martirio; sin embargo, su nacimiento es comúnmente localizado en el año 253 de nuestra era, en Roma, capital del entonces imperio.
Los conocimientos que tenemos de él nacen del Martirologio Romano. Se dice que el nombre de Tarsicio significa “valeroso” o “valiente”, pero que también significa: “el que nació en Tarso”. Esto último tendría sentido, ya que por aquellos días, Tarso había sido adquirida recientemente como parte de una provincia romana. Se dice de San Tarsicio que, en principio, fue un joven converso que hacia sus labores en las Catacumbas de San Calixto. En aquellos oscuros días, el emperador Valeriano había ordenado la persecución y ejecución de todos los cristianos dentro de los límites de su imperio. Ante tal prerrogativa, los cristianos se vieron arrinconados a celebrar sus misas bajo el más celoso secreto. Luego de culminar una de las tantas misas allí celebradas, el papa Sixto II le ordenaría una misión. Entre los prisioneros de Roma había muchos cristianos que fueron perseguidos y encarcelados por el emperador. A fin de atender sus necesidades espirituales, el papa le ordenaría al joven Tarsicio llevarles la eucaristía.
Se dice que San Tarsicio acepta la encomienda y sale. Una vez en la Vía Apia, es interceptado por un grupo de paganos. Estos ven que el santo tiene algo escondido en su túnica y le preguntan qué es. Tarsicio se niega a revelarles su tesoro, siempre siguiendo las enseñanzas de Jesucristo. En respuesta, los paganos golpean y apedrean al joven cristiano hasta la muerte.
Muere en 267 o 268. Sus restos son enterrados honradamente en el cementerio de Calixto.