San Filastrio de Brescia fue un obispo y santo europeo alabado en la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana. Su fecha y lugar exacto de nacimiento devienen en misterio, ya que aquellos son datos perdidos con el pasar de los siglos. Sin embargo, se sabe que, sea cual sea su país de origen, San Filastrio de Brescia abandonó el cobijo de su casa materna tal como en su momento lo hizo Abraham. Esto siempre con el fin de desligarse de todo aquello que lo ataba al mundo terrestre y seguir su tarea de predicador.
San Filastro de Brescia viajo por varias provincias del mundo antiguo durante algunos años del siglo IV. Ya por entonces, se dice que este santo tenía la costumbre de entrar en acaloradas discusiones y debates con otros herejes y paganos. Esto lo hacía tanto en público como en privado, lo cual le atraería numerosos fieles, pero también un sinnúmero de problemas.
Y es que los problemas se les presentarían por medio de crueles latigazos y otros flagelos hechos de la mano de los infieles, entre la que estaban muchos ciudadanos de Roma. En su travesía por todo el territorio romano, San Filastrio llegaría a andar hasta Brescia, en donde finalmente encontraría un lugar donde asentarse. Allí, San Filastrio sería nombrado obispo, título que detentaría con mucho celo y piedad.
Filastro tuvo la fama de escribir unos textos en donde enumeran las herejías de su tiempo, lo cual, por supuesto, llegó a abarcar un número demasiado alto. Esto llego al punto de ser desestimado por el mismísimo San Agustín, quién es pensado como el más docto de todos. San Filastro sería más bien reconocido por su celo religioso y por su humildad y piedad., Al punto de ser nombrado santo.
Muere en algún momento del año 384 de nuestra era.