Santa Florentina de Cartagena fue uno de los personajes femeninos más importantes de la cristiandad del Siglo VI. Nació en la Cartagena visigoda de dicho siglo, más concretamente bajo la sombra del reinado de Arriano de Toledo. Su familia fue una de las más nobles del territorio. Esta era de origen hispanorromano, teniendo, en sí, una orientación estrictamente católica. Su padre fue Severiano y su madre fue Túrtuma. Esta pareja de nobles tuvo una de las progenies de santos más destacadas de la historia: Los Cuatro Santos de Cartagena. Esta se compondría, siguiendo el orden del nacimiento, por San Leandro, San Fulgencio, Santa Florentina y San Isidoro. Los hermanos tendrían una quinta hermana, de nombre Teodosia. Pero esta no tendría un mayor papel en la historia religiosa, siendo poco a poco desestimada y arrimada a la sombra de sus santos hermanos.
La vida de Santa Florentina de Cartagena está cargada de misterios. Muy poco se sabe de ella, salvo los pocos testimonios que se reflejan en los escritos sobre los Cuatro Santos de Cartagena. Se sabe que, la mayor parte de su vida, Santa Florentina siguió un estilo de vida muy casto y a la orden de los dictámenes de sus hermanos varones. Leandro devendría como maestro de Florentina, y esta, a su vez, de su hermano Isidoro.
Debido a su condición femenina, su vida religiosa sería harto distinta de la de sus parientes. Esto, sin embargo, no decepcionaría a la Santa ni la abstraería de las recompensas de su casta vida. Por sus dotes, se convertiría en abadesa del monasterio de San Benito, siendo alabada por todas sus coetáneas. Santa Florentina de Cartagena sería, a su vez, la fundadora de decenas de monasterios. Estos seguirían la regla o consejo de su hermano: vivir una vida casta.
Moriría en el año 612 de nuestra era.