San Marcelino Champagnat fue, muy a diferencia de otros santos, uno de los que tuvo orígenes más humildes. Nació bajo el seno de una familia campestre, en una Francia que comenzaba a agitarse por la Revolución Francesa. Nace un 20 de Mayo de 1789, en un pequeño pueblo llamado Marihes. Fue hijo de Juan Bautista Champagnat y de María Teresa Chirat. En principio, no tuvo una buena educación debido a los temores que inspiraba un docente muy maltratador del poblado en el que vivieron, razón por la cual es educado por Luisa Champagnat, una monja y tía de Marcelino, lo cual lo inspiraría ampliamente más tarde en su vida santa más adelante en su ordenamiento.
Su destino cambia con la llegada de un sacerdote que se paseaba por Lyon. Este vio en San Marcelino Champagnat, aun pese a sus fallos académicos, un potencial de sacerdote que no se debía desperdiciar. Luego de intercambiar unas palabras con nuestro joven santo, este finalmente vislumbra su destino. Decide, aun pese a las intenciones de su familia, armarse con la vestimenta del sacerdocio.
En 1805, Marcelino Champagnat comienza sus estudios sacerdotales en Verrieres. Al principio no le va muy bien, y esto tomando en cuenta que muchos, antes, llegaron a decir de él que la vida sacerdotal no iba con él. Luego de una peregrinación con su madre hacia La Louvesc, este hecho cambia. Marcelino continuaría sus estudios hasta que, en 1815, decide, junto a otros, fundar la Sociedad de María.
Un año después, Marcelino logra el título de vicario parroquial de un pueblo. En este, y en muchos más, logra grandes cosas como la educación de los niños y la alfabetización y evangelización de los más pobres. Funda una multitud de escuelas e institutos dedicados a la atención cristiana de estas poblaciones. Muere en 1840, de un mal estomacal. Lo beatifican en 1955. Es canonizado en 1999.
