San Erasmo de Formia fue un personaje nacido en algún momento del siglo III, en Formia. Es pensado sobre todo como el patrón de los marineros, los violinistas y de las enfermedades de las mujeres y los animales. Uno podría ver que su vida es un relato cargado de leyendas, sobre la que se cuentan muchos milagros.
De acuerdo a lo que testimonian diversas fuentes, San Erasmo de Formia fue objeto de persecución en tiempos del emperador Diocleciano y Maximiano Hercule por su labor como predicador. Se sabe que fue obispo de Fornia y Campania, y que fue uno de los mártires más perseguidos de su tiempo. En principio, sería capturado por sus perseguidores y obligado a padecer todo tipo de vejaciones como golpes, patadas y escupidas. Estas serían seguidas de un foso con serpientes y gusanos, en donde sería arrojado. Sus manos fueron envueltas en azufre y su cuerpo, rociado con aceite hirviente. Se cuenta que su vida habría encontrado su final allí de no ser por la intersección divina, que, a través de una tormenta, espantó a los torturadores.
Sus tormentos no terminarían allí. Se dice que Maximiano Hercule sería un perseguidor todavía peor que Diocleciano, ya que lo sometería a torturas aún más atroces que su predecesor. La leyenda cuenta que fue gracias a la intervención de Dios y sus ángeles que este lograría sobrevivir varias veces a sus captores, y en diferentes ocasiones.
A día de hoy, muchos le recuerdan como el Patrón de los Marinos. Suele ser invocado por los marinos debido a que, según la leyenda, este personaje sobrevivió a un relámpago que golpeó un costado cercano a él, sin tocarlo (algo muy añorado por los marinos en sus peligrosos viajes por altamar). Es, asimismo, visto como Patrón de los Violinistas, de las Enfermedades de las Mujeres y de los Animales.
Murió en algún momento del año 303.