San Anselmo de Canterbury. Obispo, confesor y doctor de la iglesia, fue un sacerdote católico, nacido en Aosta, Piamonte (Italia), célebre por su celo en defensa de la integridad y libertad de la iglesia ante las imposiciones de la corona inglesa. Es el santo que conmemoramos el 21 de abril.
San Anselmo de Canterbury, nació en el año 1033, descendiente de una noble familia. Su educación inicial se la debió a los monjes benedictinos y se hizo monje en la Abadía de Bec-Hollouin en Normandía, regida por su compatriota Lanfranco a quien sucedió en 1078 como Abad de Bec y en 1093 como arzobispo de Canterbury.
Este santo, quien destacaba por su moral, sabiduría y sus incólumes valores cristianos, poseía grandes conocimientos filosóficos y teológicos y se le considera como uno de los precursores de la teología escolástica.
Los escritos religiosos y tratados de teología desarrollados por San Anselmo de Canterbury le merecieron, tras su fallecimiento, el título de Doctor de la Iglesia, en 1720. Como cristiano, se destacó igualmente como un valeroso pastor de su clero que defendió con vehemencia la libertad de la iglesia contra las ambiciones tiránicas de los reyes de Inglaterra, afirmando que “Nada Ama Dios tanto en este mundo, como lo libertad de su iglesia” lo cual le valió el destierro, por orden del Rey Guillermo II.
Su vida y obras dentro de la iglesia y a lo largo de su desempeño como prelado, destacaron de igual modo por sus dotes de gran predicador y reformador de la vida monástica y por sus importantes obras teológicas.
Otra gran virtud cristiana de San Anselmo de Canterbury fue su sensibilidad hacia el prójimo, al oponerse a la venta de hombres como esclavos y su trato como animales, postura que defendió en el concilio de Westminster celebrado en el año 1102. Su devoción hacia la virgen María, a quien admiraba como un ser sublime y perfecto, fue otro rasgo admirable de este santo.
La plenitud en el arzobispado de San Anselmo se dio tras la muerte del Rey Guillermo, siendo exaltado como regente en Normandía, pero ya la salud deteriorada de este gran arzobispo, se debilitó, falleciendo en Canterbury, en 1109.