San Benjamín. Fue un religioso, nacido en Persia hacia el año 329, quien debió padecer la persecución y martirio por el hecho de predicar su fe cristiana e insistir en la evangelización, no obstante las amenazas que sobre él se cernían, de ser encarcelado. Es el santo que conmemoramos el 31 de marzo.
San Benjamín, mártir de Persia, siempre conservó, durante toda su vida, un gran cuidado en la prédica del evangelio y en las virtudes cristianas orientadas a la caridad y ayuda al prójimo. Su elocuencia era célebre, al punto de haber logrado un gran número de conversiones, incluso entre varios sacerdotes pertenecientes al Zoroastrismo.
Esta capacidad de verbo, le ocasionó muchos problemas a San Benjamín. Su tragedia se remonta a la época en la cual, en un altercado con el Rey Yezdigerd de Persia, quien había puesto fin a las persecuciones contra los cristianos, impuestas por su padre, Sapor II, el obispo de Abdas, incendió el llamado Templo del Fuego, conocido por los persas como El Pireo, que era su principal objeto de culto.
El acontecimiento causado por el obispo de Abdas, reavivó la ira de las autoridades persas y se ordenó entonces la destrucción de todos los templos de culto cristiano, a menos que se reconstruyera el Pireo, pero al negarse a hacerlo, se ordenó reactivar la persecución contra los cristianos y su condena a muerte, persecución que duró 40 años, y San Benjamín, fue uno de los primeros cristianos en padecer la persecución y martirio.
San Benjamín de Persia, estuvo preso por espacio de un año, durante el cual fue cruelmente torturado. Por intercesión del embajador de Constantinopla, logró ser liberado, bajo la condición de dejar de predicar y profesar su fe cristiana, condición a la cual San Benjamín se negó, siendo de nuevo encarcelado, martirizado y condenado a muerte por decapitación.
Falleció San Benjamín, mártir de Persia, en el año 424. Tras su muerte, y con la caída del reino de Bahrom-Gor, vencido por Teodosio II, se impuso en Persia la libertad de culto para los cristianos.
