San Macario, Obispo de Jerusalén. Fue un sacerdote de origen griego, que vivió hacia los años 250 a 335, célebre por su intervención en los hallazgos de las reliquias de la Santa Cruz, así como por haber participado en la edificación de la iglesia del Santo Sepulcro. Es el Santo que conmemoramos el 10 de marzo.
Acerca de San Macario, Obispo de Jerusalén, no se tiene certeza de su lugar o fecha de nacimiento, la cual se presume hacia el año 250. Se caracterizó por su elocuencia y desenvuelta oratoria en su prédica. Como muchos cristianos, conocedores y estudiosos de la fe y enseñanzas cristianas, San Macario tuvo que enfrentar, durante su episcopado, distintas herejías que surgieron en la época y que ocasionaba cismas de la iglesia, entre ellos, el arrianismo.
San Macario, Obispo de Jerusalén, fue un férreo defensor de la unidad de la iglesia y su lucha contra el arrianismo fue notable, llevando sus argumentos y participación en el Primer Concilio de Nicea, en el cual, figura como suscriptor del sínodo que plantea la creencia del descendimiento a los infiernos. Fue notable la dedicación de San Macario, Obispo de Jerusalén, en la encomienda que le fuese otorgada en la ubicación de las reliquias de lugares santos, así como la orden para edificación de los templos cristianos en los distintos lugares de culto, como la primera Basílica del Santo Sepulcro y el hallazgo de la cruz verdadera.
Su destacada actuación, llevó a San Macario, Obispo de Jerusalén a entablar fuertes lazos con el emperador Constantino, de quien logró colaboración en la edificación y decoración de las basílicas de la ciudad santa, así como donde fueron encontradas las cruces del calvario, por la madre de Constantino, Santa Elena, estando presente cuando se halló tan importante reliquia cristiana, ayudando a determinar la verdadera cruz de la pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo.
San Macario, patriarca de Jerusalén, falleció alrededor del año 335 en Palestina.
