San Francisco de Sales. Fue un destacado obispo, religioso y erudito, de la orden de los hermanos menores capuchinos, que vivió entre los años 1567 y 1622. Patrono de los periodistas, reporteros y escritores y padre de la iglesia católica. Es el santo que conmemoramos el 24 de enero.
San Francisco de Sales, nació en el seno de una noble familia en Saboya, en el antiguo Imperio Romano Germánico, el 21 de agosto de 1567. Desde muy pequeño se sintió fervoroso seguidor de las enseñanzas y doctrina de San Francisco de Asís, quizá por provenir de una familia que le inculcó valores cristianos y una educación formal, inclinada hacia las ciencias humanísticas.
Estudió en París su formación básica con los jesuitas y posteriormente, cursó estudios de teología y derecho, los cuales profundizó en la universidad de Padua, recibiendo el grado en derecho y teología, doctorándose en derecho civil y canónico.
La erudición de San Francisco de Sales representó su reconocimiento como Doctor de la Iglesia, así como su bondad y alegría desbordadas en su trato con el prójimo. Fiel seguidor de San Francisco de Asís, lo llevó a desarrollar una actitud de alegría y optimismo, brindando ayuda a todo aquel que acudiese por sosiego y guía espiritual.
San Francisco de Sales, fue un fuerte crítico de las Ideas reformistas calvinistas, que dieran paso al protestantismo, lo cual le valió duras críticas. Fue prolija su obra escrita, así como sus obras en favor de los pobres y la formación espiritual de la feligresía, tanto como su participación en la fundación de la “Orden de la Visitación de Santa María”, la cual concretó junto a Santa Juana de Chantal.
San Francisco de Sales, falleció el 28 de diciembre de 1622, a la edad de 55 años, dejando tras de sí, una extraordinaria obra de entrega cristiana, sabiduría humanística e inspiración de santidad ejemplar, para las generaciones futuras.
En el año 1632, se hizo una exhumación del cuerpo de San Francisco de Sales, encontrando que el mismo se hallaba en perfecto estado de conservación. Su canonización se consumó el 19 de abril de 1665, por el Papa Alejandro VII.