San Queremón. Fue un Obispo cristiano, en una ciudad del actual Egipto, llamada Ciudad del Nilo (Nilópolis), que vivió en los años cercanos a la segunda centuria de la era cristiana, en tiempos de persecuciones y torturas, a quienes profesaban la fe en Cristo y predicaban el evangelio. Es el Santo que conmemoramos el 22 de diciembre.
No solo San Queremón, es honrado en este día, sino también un numeroso grupo de mártires cristianos, quienes, debido a la acérrima persecución de barbaros y funcionarios romanos, bajo las órdenes del emperador Decio, se vieron forzados a huir por sus vidas hacia las montañas y campos de Egipto.
Además de San Queremón, que, para su huida, ya era un hombre anciano y obispo de Nilópolis, también se encontraba San Isquirión. Estos hombres santos, eran promesas de fe y predicadores de la palabra cristiana, creyentes absolutos de las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo, convencidos de las glorias del padre. Estaban al tanto de las promesas de vida eterna.
Fue entonces por su fe inquebrantable y su heroísmo, que su particular escape, no puede ser considerado como un acto de cobardía, ya que, lo que se encontraba en peligro, eran sus propias vidas y estos Santos, como San Queremón, ante todo, eran seres humanos, que profesaban una fe muy valiosa y su convencimiento espiritual, los llevó al martirio, que es una grandeza que debe ser honrada y respetada por todos los cristianos.
Fue a través de las epístolas escritas por San Dionisio de Alejandría, a Fabio, que era obispo de Antioquia, que se pudo tener conocimiento y referencia de todos estos mártires, como San Queremón, que debieron ser sometidos a las mas cruentas torturas y morir en el martirio, sin apostatar de su fe, para alcanzar las glorias de la santidad y ser merecedores de una conmemoración como fieles cumplidores de la palabra de Jesús nuestro señor, como nos refiere Juan en su Evangelio “el que cree en el hijo, no se perderá, más tendrá vida eterna”.