Fue San Alonso Rodríguez. Un religioso que conmemoramos como santo de la Iglesia católica el día 30 de octubre, al cual se le recuerda como un hombre humilde, místico, bondadoso y lleno de amor. Nace en Segovia, España en el año 1533, y tuvo la oportunidad de conocer a Pedro Fabro, un discípulo de San Ignacio de Loyola cuando era a penas un niño.
Desde su encuentro con Pedro Fabro, se iniciaría su camino hacia la santidad, quedando tan encantado con la fe cristiana y la vida religiosa, es preparado por Pedro para realizar su primera comunión, y tiempo después, San Alonso Rodríguez iría a estudiar a un colegio de los Padres Jesuitas, aunque al poco tiempo, le tocaría abandonar su deseo de la vida religiosa, pues su padre fallece y se ve en la necesidad de mantener el negocio familiar. Se casaría con una muy noble y bondadosa mujer, con quien tuvo un hijo.
Al nacer su segundo hijo, su querida esposa fallece, y su pequeño hijo recién nacido moriría al poco tiempo también, además que el negocio familiar comenzaría a ir cuesta abajo. San Alonso Rodriguez comprende entonces que este es un llamado del Señor para dar inicio nuevamente a su vida como religioso, y vendería todos sus vienes, para luego irse con su hijo a casa de unas hermanas de Alonso que eran muy piadosas, les enseñarían a rezar y meditar.
Cuando muere ahora su último y querido hijo, San Alonso Rodríguez, luego de pasar un tiempo de duelo para superar la pérdida de este hijo, decide irse nuevamente a la comunidad de jesuitas, donde al principio no aceptan recibirlo por su edad y por ser viudo. Sin embargo, el superior cambiaría de opinión, y decide permitirle su ingreso a la comunidad como portero del colegio de los jesuitas de Montesión, donde trabajó por unos 45 años, mostrándose siempre honesto, humilde y lleno de Espíritu Santo.