San Pablo de la Cruz. Una vida dedicada a la penitencia y oración diaria y la pasión en Cristo, fueron los pilares de existencia religiosa de San Pablo de la Cruz, santo que conmemoramos el 19 de octubre.
San Pablo de la Cruz, nacido en el seno de una familia medianamente acomodada de la ciudad Italiana de Ovada, el 3 de enero de 1694, se caracterizó por llevar una vida normal, sin mayores adversidades ni venturas. Sin embargo, siempre llevó una firme formación religiosa cristiana.
Cuando, en su pueblo natal, escuchó un sermón a la edad de 18 años, sintió en su corazón el llamado de Dios, y a través de su inquebrantable fe y convicción cristianas, supo desde entonces, que su verdadera vocación sería servir a Cristo a través del sacerdocio. San Pablo de la Cruz decidió llevar una vida de penitencia y oración diarias, libre de toda clase de vicios y distracciones mundanas.
Se llegó a decir que durante una aparición Mariana a este joven pastor, la Virgen María le indicó que vistiera un hábito de color negro, revelación que ofreció al obispo de Alejandría y a su confesor, quienes aprobaron entonces el uso de lo que luego sería el vestir y símbolos de la congregación que años más tarde fundó, llamada la Congregación de la Pasión o Los Pasionistas.
San Pablo de la Cruz, se dedicó a la vida contemplativa y a la oración, bajo el ideal de la pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo, teniendo siempre por norte una vida dedicada a la ayuda a los pobres y necesitados, y a la pasión cristianas como el Don más maravillosos del amor de Dios, así como la fuerza transformadora del hombre y del mundo. Muere un 18 de octubre de 1775 en la ciudad de Roma a la edad de 80 años, siendo canonizado en 1867 por su santidad el Papa Pío IX.