San Baco. Junto a San Sergio, fueron dos mártires de principios del siglo IV, y fueron grandes e importantes militares romanos, considerados santos del día 7 de octubre. Ambos soldados eran respetados y admirados por sus importantes cargos del ejército del emperador Maximiano, pero terminarían siendo torturados y asesinados cuando se descubre que ambos son fieles cristianos.
San Baco tenía la plena confianza del emperador Maximiano, todo gracias al altísimo puesto que este tenía en el ejército, y el mismo emperador estaba consciente de la envidia que existía entre sus subalternos. Lo mismo ocurría con San Sergio, fiel compañero de Baco y poseía igualmente una posición importante. Sergio era primicerius (jefe-comandante de la escuela de los gentiles), y en cuanto a San Baco, secundarius.
Cuando el emperador se entera de los rumores de que dos de sus más fieles soldados son llamados cristianos, en la época en que el mismo emperador habría ordenado que estos fueran perseguidos, torturados y asesinados, no se atrevía a creerlo en un principio, y por tales motivos, ordena a San Baco y a su fiel compañero a presentarse ante este para cuestionarlos personalmente. Pero ambos soldados admitieron su fe en Cristo, y el emperador insiste en darles una segunda oportunidad, y así les ordena rendir ofrenda a los ídolos, y así serían perdonados y volverían a adquirir sus importantes cargos.
Ante tal ordenanza, San Baco y Sergio se negaron. El emperador, decepcionado de sus soldados, a quienes acusa de traición a su amistad y confianza, y de las leyes del imperio, ordena entonces el martirio de ambos.
San Baco sería golpeado y torturado numerosas veces hasta morir. El mismo aceptó su condena con orgullo y fe en sus creencias. Sergio sería obligado a correr con unos calzados con clavos una distancia de 18 millas. Luego fue decapitado.