Santa Hildegarda de Bingen. Es la santa que festejamos el día 17 de septiembre, mejor conocida como la profetisa teutónica. Nacida en el valle del Rin, actualmente en Alemania, un día del año 1098, en una familia noble acomodada.
Esta santa y dotada mujer, fue líder monacal, médica, compositora, escritora, profetisa y mística alemana. Se sabe que desde muy pequeña, Santa Hildegarda fue una niña sumamente enfermiza y muy débil, por lo que debió recibir toda su educación dentro del hogar, haciéndosele imposible levantarse de su cama. Sus padres, fieles creyentes de la fe cristiana, hicieron la promesa de llevar a su niña la vida religiosa, una vez alcanzara la edad.
A sus ocho años, fue puesta bajo el cuidado de una monja del Conde Meginhard, de la Diócesis de Speyer. Aun así, será un trabajo complicado pues Santa Hildegarda, seguía siendo una niña muy débil, incapaz de abandonar su hogar, tenía hasta cierta dificultad para caminar; aun así, aprende latín y a reconocer los salmos y cantar algunos, sintiendo siempre la presencia del Señor, cuidándola y animándola a seguir y vivir.
A pesar de su enfermedad, Santa Hildegarda recibe el hábito de San Benito y comienza su profesión religiosa, y el día que Juta (su tutora) muere, Hildegarda sería nombrada superiora. A causa de su enfermedad, Hildegarda pasaba mucho tiempo sola, rezando y pidiendo por la humanidad y elevando su espíritu.
Se sabe que Hildegarda desarrolló mucho sus dones de santa, logrando tener numerosas visiones proféticas, todas de la boca de Nuestro Señor, y se le fue ordenado que divulgara dichas visiones, las cuales relató en numerosos escritos, que resultan impresionantes y muy precisos para los estudiosos. Sin duda, Hildegarda ha sido hasta nuestros días, una de las personalidades más impresionantes de la historia, gracias a sus dotes de mística, santa, y hermoso y valeroso corazón cristiano.
