San Gil. Es el santo que conmemoramos el día 1 de septiembre. Conocido también como San Egidio, fue un humilde y conocido monje medieval, quien se dedicó luego de un tiempo a la vida de eremita, hasta los últimos años de su vida.
Se cree que San Gil, nace en Atenas, siendo entonces de origen griego, y es criado por una familia de nobles. Sin embargo, Egido decide seguir una vida mucho más cristiana, e inicia su camino hacia la santidad, renunciando a todas sus pertenencias y a su patrimonio, para donarlo a los pobres y más necesitados que él.
San Gil viajaría pronto hacia Francia, donde según cuenta la tradición cristiana, sanó a muchos enfermos, por parálisis, fiebres y otras afecciones. Sanaría las tierras estériles y además, repartía gustoso alimento a los pobres. Se cuenta también que trajo de la muerte a muchas personas.
A pesar de traer tanta alegría y bendiciones a la gente, San Gil decide llevar ahora una vida mucho más pacífica y solitaria, y se interna en un bosque para vivir como ermitaño, y es entonces donde se desarrolla una de las historias más conocidas del santo. Se cree que un día mientras andaba de cacería, el rey Childeberto I, se toparía con el santo, y le pide construir en aquel lugar un monasterio, donde San Gil tomaría el puesto de abad.
Luego de este encuentro y la creación del mencionado monasterio, numerosas peregrinaciones se darían en aquel lugar. Aun así, Egido añoraba su soledad, y volvería a alejarse de todo y de todos, muriendo santamente a la edad de 84 años.
Este santo goza de una gran devoción, además de que se le reconocen numerosos milagros. Uno de los títulos que se le ha dado a este santo es el de “Abogado de los pecadores”, por haber ayudado a la conversión cristiana de un rey.
