San Lorenzo. Nació en el año 225 en Huesca, región de Aragón, España, y es el santo que conmemoramos el día 10 de agosto. Su vida cristiana transcurrió en la época en la cual el Imperio Romano estaba en su apogeo y la persecución de aquellos que profesaban la fe en Cristo Jesús, representaba peligro de cárcel, martirio y muerte.
Durante su vida, San Lorenzo fue considerado como uno de los Siete Diáconos de Roma, personas de mayor estima y confianza para sumo pontífice de la iglesia cristiana, reciente y aún condenada y perseguida. Pero la función de San Lorenzo en la estructura naciente de la Iglesia era la de distribución de ayuda a los pobres, y quizá por eso, su santidad estaba asegurada al estar en contacto con los mas necesitados, con los que el mismo San Lorenzo consideraba, el verdadero tesoro y riqueza de la Iglesia.
Eran tiempos de mucha miseria y el amor predicado por los cristianos era consuelo para todo aquel que se sentía excluido y encontraba en la palabra de Dios, su consuelo y abrigo para tanta necesidad. Nuestro santo era el encargado de aliviar esas carencias mediante la repartición de ayudas y donativos.
En el año 257, por decreto del emperador, el Papa San Sixto, fue asesinado y, se cuenta que San Lorenzo, fue obligado a reunir todas las riquezas que poseyera su iglesia para ser entregadas al emperador y entonces, reunió una fila de menesterosos, y le dijo al emperador que ellos eran la única y verdadera riqueza de la iglesia y su razón de ser.
Este hecho desató la ira del emperador quien ordenó el sacrificio en la hoguera de San Lorenzo, quien murió el 10 de agosto de ese mismo año. En su honor, se ordenó erigir la Basílica de San Lorenzo, siendo esta, la quinta en importancia en la ciudad de Roma.