Santa Afra de Augsburgo. Se cree que en el pasado, tenía una vida poco cristiana, dedicándose a la prostitución hasta que un día, acoge en su burdel a San Narciso. Es la santa que recordamos el día 5 de agosto.
Siendo pecadora, Santa Afra se convertiría gracias al poder sanador y misericordioso de Cristo. Un día, pensando que era un cliente, recibe al obispo San Narciso en su burdel, y también a su diácono San Félix de Gerona, quienes buscaban refugio por la fuerte persecución que había en aquel momento en contra de los cristianos por parte de Diocleciano.
Cuando estos le explican a la mujer la razón de su entrada al burdel, ella comprende, y les invita a quedarse. Luego de muchas conversaciones, todas motivadas por enseñarle las experiencias y bondades de la vida cristiana, Afra decide dejar su mala vida. No sólo ella, sino el resto de las prostitutas del burdel, se sienten atraídas por una vida libre de pecado y llena de amor verdadero.
Los rumores de las prostitutas que se habían convertido al cristianismo, comenzaron a correr por la ciudad, y trajeron consigo a las autoridades, quienes irían a apresar a Santa Afra por su nueva fe y convicciones cristianas. No podían comprender cómo era posible que una prostituta fuera cristiana. A lo que ella respondería: “Mi cuerpo ha pecado, que sufra las consecuencias. Pero no corromperé mi alma con la idolatría”.
Ante estas fuertes declaraciones, y su negativa en adorar y servir a los dioses paganos, Santa Afra fue condenada a ser quemada viva en la isla de río Lech, en Augsburgo. A pesar de no haber sido bautizada como cristiana, esta santa mujer, conocería el verdadero amor y pasión de Cristo antes de sufrir su martirio por esta misma fe que la salvaría del pecado.
Considerada como patrona de Augsburgo, patrona de las arrepentidas, prostitutas y penitentes, se le representa siempre atada a un palo mientras es quemada viva.
