Santa Verónica. Fue una piadosa mujer de Jerusalén, famosa por ser quien durante la pasión de Cristo, se acercaría hasta Jesús y le ofrecería una toalla para limpiar su rostro, quedando el mismo impreso en la prenda. Verónica acompañó a nuestro Salvador hasta el Calvario, y es la santa que conmemoramos el día 12 de julio.
Esta piadosa mujer, llega hasta Italia, y presentándose ante los citatorios del Emperador Tiberio, Santa Verónica es capaz de curarle utilizando la imagen sagrada de la toalla, la cual el Emperador es capaz de tocar y presenciar. A partir de ese momento, Verónica sería invitada a permanecer en la capital del imperio, y ahí se quedaría en sintonía con San Pedro y San Pablo.
Aunque se conoce muy poco sobre la vida de Santa Verónica, su acto de amor fue tan puro y honesto, que dentro de la tradición cristiana, se le ha recordado con especial devoción. A pesar de que su acción pudo haberla perjudicado, recordamos en este día a Santa Verónica, por su humilde y valiente espíritu, además de su gran compasión, capaz de vencer el temor, demostrando que el amor, mueve más que el odio.
El velo de la Verónica, se encuentra en el Santuario del Santo Rostro, en Manoppello, Italia. Este velo, ha sido estrictamente estudiado hasta nuestros tiempos; diversas pruebas digitales han sido empleadas para demostrar que no se trata de una pintura, además, se ha descubierto que este manto sagrado, revela dos pequeñas manchas de líquido, que suponen pudiera ser sangre que llegó a impregnarse en las fibras.
Santa Verónica es reconocida como patrona de las lavanderas, tejedores, costureras, fotógrafos y comerciantes, además, dentro de la comunidad cristiana, se le venera de manera muy especial, por su singular acto de amor, que termina siendo prueba del efecto de amor que Cristo era capaz de trasmitir a todo aquel que estaba dispuesto a creer.