San Anselmo de Canterbury. Conocido también con el nombre de Anselmo de Aosta debido a su lugar de nacimiento. Llegó a convertirse en un famoso monje benedictino y llegaría a tomar el puesto de arzobispo de Canterbury desde el año 1093 al 1109. Este es el santo que celebramos el día 21 de abril.
De muy joven, sería enviado a los Padres Benedictinos, quienes de la forma más bondadosa y noble, ayudarían al joven San Anselmo a llevar una vida más alegre y espiritual, el cual dedicaría largas horas a estudiar y escribir, y el mismo diría en un momento de su vida: “Mis progresos espirituales, después de Dios y de mi madre, los debo a haber tenido unos excelentes profesores en mi niñez, los Padres Benedictinos”.
Durante un tiempo, San Anselmo descuidaría su vida religiosa, llevando una vida más mundana de la cual se arrepentiría hasta los últimos días de su vida. A la edad de veintisiete años, para el año 1060, Anselmo logra entrar al monasterio de Bec, lugar en el que termina por convertirse en uno de los discípulos y además, muy gran amigo de Lanfranco.
Con el tiempo, sería nombrado abad de San Esteban de Caen, y tiempo después, pasa a ser el prior de Bec. Algunos monjes iniciarían rumores en contra del nombramiento de Anselmo por ser este todavía muy joven para el puesto, pero la paciencia y su alma bondadosa, lograron callar aquellas malas voces.
San Anselmo muere para el año 1109, y sus últimas palabras serían: “Allí donde están los verdaderos goces celestiales, allí deben estar siempre los deseos de nuestro corazón”. Anselmo sería declarado Doctor de la Iglesia para el año 1720, aunque para ese tiempo todavía no sería canonizado. Sería Dante quien lo nombra entre los hombres que pertenecen al paraíso de los espíritus de luz, junto a San Juan Crisóstomo.