Santa Catalina de Ricci. Fue una monja cristiana italiana, nacida en Florencia un 23 de abril de 1522. Su madre moriría siendo ella aún joven, y más adelante, sería enviada por su padre a un convento de monjas de Montecelli, donde ya se encontraba una tía de ella. Es la santa del día 4 de febrero.
En el convento, mostraría todas las virtudes que poseía su santa alma. La pequeña Santa Catalina de Ricci mostraría gran interés por los relatos de la Pasión de Cristo. Participa a sus doce años de edad en un retiro de la comunidad del monasterio de San Vicente Ferer en Prato, la cual pertenecía a la Tercera Orden Regular de Santo Domingo.
Más tarde vuelve a su hogar paterno, donde llevaría la misma vida que llegó a tener en el internado. Luego ingresaría al Convento de San Vicente de Prato con la aprobación de su padre, y vestiría el hábito de la Orden dominicana, y luego, un año después, realizó sus votos religiosos.
Poco tiempo después de haber hecho sus votos y dedicarse a la vida de una fiel cristiana devota de Jesús, caería gravemente enferma, al punto en el que su vida estaría al borde de la muerte. Aun así, esta humilde y noble santa, aceptaría su enfermedad y soportaría con paciencia los tormentos que padecía su cuerpo, y utilizaría su tiempo de reposo para meditar sobre la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Santa Catalina de Ricci llegaría a ser bendecida con muchos dones por parte del cielo: revelaciones, gracias de profecía y milagros… Por ello, acudirían a consultarla cardenales y Papas, muchos grandes de la tierra así como personas sencillas y humildes. La santa los recibiría con la bondad y humildad que la caracterizaban. Un primero de febrero del año 1590, recibe sus santos sacramentos, y finalmente, abandonaría el mundo terrenal un 2 de febrero.