Santa Martina de Roma. Mártir del siglo III bajo la orden del emperador Alejandro Severo. Pierde a su familia siendo aún muy joven, y sentir tristeza y soledad en su corazón, se dedicaría a donar todas sus riquezas para ayudar a los pobres. Esta santa es celebrada el día 30 de enero por la iglesia católica.
La historia que se conoce de Santa Martina, dice que sería condenada a sacrificarse a los dioses bajo la autoría del emperador Alejandro Severo, pero al negarse, sería arrastrada y azotada repetitivamente, y recibiría gran cantidad de torturas, hasta que finalmente, fue enviada a ser devorada públicamente por las fieras del anfiteatro. A pesar de todo eso, Santa Martina salió ilesa de todas estas pruebas, incluso del momento en que fue condenada a la hoguera.
Finalmente, el emperador se habría cansado de que ninguna de sus torturas pudieran corromper el cuerpo de la joven mártir, por lo que mandó a decapitarla. Muchos de sus verdugos se conmovieron ante sus torturas, se arrepintieron y pidieron por la gracia de Dios, confesaron la fe de Cristo a pesar de que esto los condenaría a varios a ser torturados y decapitados.
Ya desde el siglo VIII se celebraba la fiesta de Santa Martina. Sería el Papa Honorio quien le dedicaría una iglesia en Roma, y quinientos años más tarde, el Papa Urbano VIII realizaría unas excavaciones en esta iglesia, donde encontraron las tumbas de tres mártires, una de ella le pertenecía a Santa Martina.
Este mismo Papa, propuso a los cristianos en Roma la devoción a la santa y fijaría su celebración para ser festejada el día 30 de enero por la comunidad cristiana, bajo un himno compuesto por él: «Martinae celebri plaudite nomini, Cives Romulei, plaudite gloriae» (Festejad el célebre nombre de Martina, ciudadanos de Rómulo, festejad su gloria)”, convirtiéndola entonces en una de las patronas más importantes de la ciudad de Roma.
