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Evangelio del día 27-01-2017, el Evangelio de hoy

Evangelio del Sábado, 27 de Enero de 2018:

Conoce el evangelio del día, evangelio de hoy 27 de Enero del 2018: Primera lectura, el salmo y el evangelio o palabra de Dios.

Primera lectura

Segundo libro de Samuel 12, 1-7. 10-17

 Joás tenía siete años cuando inició su reinado.

Comenzó a reinar en el séptimo año de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibia, y era de Berseba.

Joás hizo lo que es recto a los ojos del Señor durante toda su vida, porque el sacerdote Iehoiadá lo había instruido.

Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos.

La restauración del Templo de Jerusalén

2 Cro 24.4-14

Joás dijo a los sacerdotes: «Todo el dinero que se aporte a la Casa del Señor como ofrenda consagrada –el dinero en moneda corriente, los aranceles personales según los recursos de cada uno, y todo el dinero que aporte cada uno a la Casa del Señor por propia voluntad –

lo recibirán los sacerdotes para sí mismos, cada uno de la gente que conoce, y tendrán que reparar las partes deterioradas de la Casa, allí donde sea necesario».

Pero el vigesimotercer año del rey Joás, los sacerdotes no habían reparado aún las partes deterioradas de la Casa.

Luego el sacerdote Iehoiadá tomó un cofre, le hizo una abertura en la tapa, y lo colocó al lado del altar, a la derecha de quien entra en la Casa del Señor. Y los sacerdotes guardianes del umbral depositaban allí todo el dinero que se aportaba para la Casa del Señor.

Cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el secretario del rey subía con el sumo sacerdote a recoger y contar el dinero que se encontraba en la Casa del Señor.

Después de haberlo contado, ponían el dinero en manos de los que dirigían las obras, de los supervisores de la Casa del Señor, y ellos lo empleaban para pagar a los carpinteros y constructores que trabajaban en la Casa del Señor,

a los albañiles y a los talladores de piedras, y también para comprar la madera y las piedras talladas con que se reparaba la Casa del Señor. Así se cubrían todos los gastos necesarios para reparar la Casa.

Sin embargo, con el dinero que se aportaba para la Casa del Señor no se hacían fuentes de plata, ni cuchillos, ni aspersorios, ni trompetas, ni objetos de oro y plata,

sino que se lo entregaba a los que dirigían las obras, y ellos lo empleaban para reparar la Casa del Señor.

Y no se pedía cuenta a los hombres que recibían el dinero para pagar a los obreros, porque obraban a conciencia.

El dinero de los sacrificios de reparación y de los sacrificios por el pecado, no se lo destinaba a la Casa del Señor, sino que era para los sacerdotes.

Salmo

Salmo 50

Amo al Señor, porque él escucha

el clamor de mi súplica,

porque inclina su oído hacia mí,

cuando yo lo invoco.

Los lazos de la muerte me envolvieron,

me alcanzaron las redes del Abismo,

caí en la angustia y la tristeza;

entonces invoqué al Señor:

«¡Por favor, sálvame la vida!».

El Señor es justo y bondadoso,

nuestro Dios es compasivo;

el Señor protege a los sencillos:

yo estaba en la miseria y me salvó.

Alma mía, recobra la calma,

porque el Señor ha sido bueno contigo.

El libró mi vida de la muerte,

mis ojos de las lágrimas

y mis pies de la caída.

Yo caminaré en la presencia del Señor,

en la tierra de los vivientes.

Tenía confianza, incluso cuando dije:

«¡Qué grande es mi desgracia!».

Yo, que en mi turbación llegué a decir:

«¡Los hombres son todos mentirosos!».

¿Con qué pagaré al Señor

todo el bien que me hizo?

Alzaré la copa de la salvación

e invocaré el nombre del Señor.

Cumpliré mis votos al Señor,

en presencia de todo su pueblo.

¡Qué penosa es para el Señor

la muerte de sus amigos!

Yo, Señor, soy tu servidor,

tu servidor, lo mismo que mi madre:

por eso rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,

e invocaré el nombre del Señor.

Cumpliré mis votos al Señor,

en presencia de todo su pueblo,

en los atrios de la Casa del Señor,

en medio de ti, Jerusalén.

¡Aleluya!

Explicación del salmo 50

Evangelio del día

San Marcos 4, 35-41

Al atardecer de ese mismo día, les dijo: «Crucemos a la otra orilla».

Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.

Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?». Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?».

Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen».

evangelio del dia


Última actualización:

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