Santa Tarsila de Roma. Fue una virgen de Roma, adorada en oración y singular abstinencia por su sobrino, San Gregorio Magno. Es la santa que celebramos el día 24 de diciembre, según el calendario católico.
El padre de San Gregorio el Grande, tuvo tres hermanas que, según cuenta, llevaron una vida completamente ascética de reclusión religiosa en su casa. Sus tías fueron conocidas cada una como: Tarsila, quien era la hermana mayor, Emiliana y Gordiana.
Santa Tarsila y Emiliana más que hermanas, las unía su pasión por la caridad y la fe. Vivían las dos en la casa de su padre, en el Clivus Scauri, que sería una especie de monasterio. Las hermanas se alentarían mutuamente en la virtud de la palabra y el ejemplo, harían grandes progresos de la vida espiritual gracias al apoyo que se prestaban entre ellas y su gran pasión y fe.
A pesar de que Giordana se habría unido a sus dos hermanas, se cansaría rápidamente de una vida silenciosa en el retiro, por lo que más adelante, se sintió inclinada a seguir otros pasos y terminaría por casarse con su tutor. Santa Tarsila y su hermana Emiliana en cambio, perseveraron en la senda que habían elegido, festejaban la paz de su retiro y su entrega de amor hacia Dios hasta el día que ambas habrían sido llamadas para recibir la recompensa de su fidelidad.
Llegaría el día en el que Santa Tarsila cae gravemente enferma, pero en el momento en que sus amigos y parientes le rodeaban en su lecho de muerte, ella comenzaría a gritar: “¡Apártense! ¡Atrás, atrás! ¡Ya viene Jesús, mi Salvador!”. Y sería con estas palabras que exhalaría su último suspiro, para finalmente entregarse a Dios Padre en la víspera de la Navidad. Se dice que pocos días después de su muerte, se le aparecería en sueños a Emiliana y así llamarla para celebrar juntas la Epifanía en el cielo.