San Juan de Kanty. “Vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios”. También conocido como San Juan Canicio, nace en Polonia para el año 1397. Fue sacerdote, teólogo y escolástico de gran prestigio para su época. Es venerado como santo por la iglesia católica y lo celebramos el día 23 de diciembre.
Sería ordenado como sacerdote a temprana edad para le época, y más adelante, fue nombrado profesor de la Universidad de Cracovia, y debido a que existía la envidia dentro de muchos de sus compañeros, lograrían que le dieran el puesto de párroco de un pueblo lejano. Pero, conseguiría nuevamente su puesto dentro de la Universidad a la cual volvería.
El pueblo donde fue nombrado párroco, llegó a quererle tanto que lo acompañaron en su trayecto, dando grandes demostraciones de tristeza. San Juan de Kanty se despide de ellos, y aprovecharía para dejarles un mensaje muy especial: “La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios».
Al volver a la Universidad, San Juan de Kanty enseñaría durante muchos años la Sagrada Escritura. En sus ratos libres visitaba a los pobres y enfermos. Todo lo que llegase a ganar era para dárselo al prójimo, tanto así que muchas veces terminó en la ruina.
Una de las más conocidas leyendas sobre este santo, narra que un día, San Juan de Kanty fue asaltado por dos ladrones que le quitaron todo su dinero y pertenencias. Al terminar, uno de los ladrones le preguntaría si tenía más dinero. Cuando se marchaban, el santo recordó que tenía unas cuantas monedas extras en el forro de su vestido. San Juan de Kanty llamaría nuevamente a los ladrones para entregarles el dinero restante. Los maleantes quedarían tan conmovidos que le devolvieron todo, se arrepintieron de sus actos y pedirían el perdón del santo.