Santa Bibiana. También conocida por sus variantes Viviana o Vibiana, fue una santa, virgen y mártir romana, una de las últimas víctimas de la persecución anticristiana de Julián de Apóstata. Bibiana que etimológicamente significaría “aquella que vive” sería la santa que festejamos el día 2 de diciembre.
Sobre la vida de Santa Bibiana, se habla por primera vez en el Liber pontificalis o Libro de los Papas, en el capítulo dedicado a la biografía del papa Simplicio, en el que se cuenta que el papa “consagró una basílica dedicada a la santa mártir Bibiana, que contiene su cuerpo, cerca del Palatium Licianium’”.
Bibiana nació en el 347 dentro de una ilustre familia cristiana en Roma. Sus padres fueron prefecto de Roma, Flaviano y la noble, Dafrosa; su hermana se llama Demetria. Ambos padres padecerían el martirio en tiempos de Juliano el Apóstata. Por orden del emperador, se le confiscaron todos sus bienes y se les obligaría a Santa Bibiana y a su hermana a renunciar a su fe.
Encerradas en la cárcel, se les privaría de alimento para que murieran de inanición. Demetria muere antes de la terrible prueba. Santa Bibiana, armada de valentía y fiel a su fe, enfrentó al gobernador, que, para debilitar su resistencia, se la confió a una alcahueta llamada Rufina. Pero Bibiana no se doblegaría ante las tentaciones de la vida mundana y se mantuvo firme ante sus creencias.
Finalmente, el gobernador ordenaría que Bibiana fuera atada a una columna y de esta forma, ser flagelada. Con su cuerpo lleno de llagas, finalmente la joven mártir entregaría su alma a Dios. Su cuerpo sería luego arrojado a los perros quienes no la tocaron, finalmente sería enterrado junto a sus padres y su hermana.
En la tradición y la iconografía, es representada con su martirio, mediante la flagelación, estando atada a una columna. Es también la patrona de los bebedores y epilépticos; también piden su bendición contra el dolor de cabeza y las convulsiones.