El huracán Irma azotó a diferentes zonas del Caribe, incluida la isla de Cuba. En esta área, el ciclón alcanzó la categoría número 4. Sus vientos superaron los 200 kilómetros por hora. Heridos, fallecidos y algunos destrozos fueron las consecuencias que dejó este desastre natural en el país latinoamericano. Lamentablemente, algunas edificaciones de la comunidad católica fueron afectadas.
El día 9 de septiembre el huracán Irma llegó a la isla de Cuba. Lo que produjo numerosos daños humanos y materiales en algunas provincias como Camagüey. En esta zona del país hubo casas afectadas, derrumbes y numerosas edificaciones que fueron eliminadas por completo.
Miembros de la Iglesia ayudaron de manera inmediata
“La expresión que la gente más repetía era: ¡qué noche tan larga!”. Explicó el Monseñor Pino, quien fue entrevistado por la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada. Además, hizo saber que, al día siguiente del huracán, algunos miembros de las Iglesias más cercanas se reunieron para recolectar alimentos y materiales de construcción para ayudar a las personas más necesitadas.
La zona de Jiquí también fue una de las más afectadas del país. En ella no solo las casas y los edificios sufrieron destrozos, sino también las iglesias. El Prelado informó que fue sumamente doloroso observar cómo había quedado el santuario, “los bancos estaban aplastados y las imágenes completamente destruidas”, expresó.
La Iglesia se mantiene de pie
A pesar de lo sucedido, una mujer cubana conversó con el Monseñor y le dio algunas palabras de aliento. “La capilla se cayó, pero no la Iglesia”, afirmó. Esta frase conmovió al religioso y lo hizo entrar en razón.
Aunque el huracán Irma esté destrozando diferentes localidades del Caribe y los Estados Unidos la fe de los creyentes, que se han convertido en víctimas de esta tempestad, no puede ser desplazada. Solo con la fe podrán mantenerse de pie y buscar solución a los problemas que se presenten.