Todos en algún momento necesitamos ayuda, no podemos solos con todo. Entender que existe Dios y Salvador nuestro, que podemos confiarle todas nuestras cosas, nos dará un alivio y la tranquilidad más profunda.
Una tranquilidad que conseguimos al hacer la oración de la noche y también en la mañana. El nos escucha, sus oídos se abren a nuestras plegarias y con el más firme y bello amor, nos manifiesta su respuesta en medio de bendiciones que nos iluminan y nos ayudan a seguir el camino eterno.
A continuación Plegaria para la noche:
Ya la noche ha llegado y mi alma se desnuda a tus pies mi amado y buen Señor,
Ya no se oye ni un ruido y todos tus hijos están en silencio,
Mira a tu pueblo que en la oscuridad hoy se encuentra,
Muchos corazones sufren y otros ya sangran, se oye un lamento un ruido,
Y tu bondad hoy claman.
Estoy aquí ¡Oh Señor!, me encuentro en un momento de soledad,
Quiero consagrarme a ti, mis movimientos, mis pensamientos, todo mi ser, todo tuyo,
Que no tenga yo para ti nada escondido,
Con confianza y en espera de lo que me has prometido, no me sienta agobiado,
Sienta la fraternidad y el suave toque de tu santidad, que en mi se posa,
Ya los pájaros cantan y mi tristeza se oculta,
Empiezo a recobrar mi mirada y la fe, pues se que estas aquí, tu Señor.
Abandono en ti mis pensamientos, alegrías y tristezas,
Abandono en ti mi trabajo, mi familia y mis amigos,
Abandono en ti mi fe y mi oración,
Que el susurro que por ahí escuchas, te indique de dónde va,
Y sea mi plegaria para ti eco, de un solo clamor,
Protégeme en esta noche y dame tu Santa Bendición,
Amén.
Culminamos esta plegaria con devoción rezando un Credo y permitiendo que Dios actué en nosotros, depositando toda nuestra confianza en él.