Su nombre es Buenaventura de Fidanza, nació entre el año 1217 a 1218 en Bagnoregio, Toscana, Sacro Imperio; y falleció el 15 de Julio de 1274 en Lyon, Sacro Imperio.
Su nombre en un principio era Juan de Fidanza, sin embargo, logro adoptar el nombre de Buenaventura, no se sabe con exactitud su año de nacimiento, pero la mayoría asegura que fue en 1218, aunque cabe mencionar que hay ciertos datos de este año y otros de 1221.
Su formación la llevo a cabo en la Orden de los Frailes Menores, posteriormente se dedicó a impartir muchas enseñanzas en la Universidad en la cual estudio, estamos hablando de la Universidad de Paris. En cierto momento de su vida, rechazo la opción de ser arzobispo de York, pero en Albano si acepto la diócesis.
Fue en el año de 1274, cuando se le llego a nombrar en el concilio de Lyon para el pontificio. Tuvo una participación muy activa con los concilios que había en aquella época, pudo destacar en una gran cantidad de ataques que se llevaron a cabo hacia las herejías, y también tuvo que ver en las críticas hacia los cismáticos.
La representación que hace San Buenaventura, tiene relación con la escuela franciscana, la cual tuvo una fuerte inspiración de San Agustín, y siempre se opuso al aristotelismo que tenían los Dominicos, tienen una filosofía que no se puede encontrar en ningún momento en la base teológica, ni tampoco en conocer sobre la divinidad, sin embargo, dentro del camino que nos ayuda a llegar y conectarnos con Dios.
Buenaventura llevo a cabo estudios de filosofía y de teología en la ciudad de Paris, posteriormente se llegó a convertir en un maestro que impartió todo tipo de enseñanzas hacia sus compañeros que pertenecían a la orden franciscana, se le selecciono como el ministro general de su orden.
San Buenaventura y sus logros con la iglesia
Fue en el año de 1257 cuando se le selecciona como general de los Frailes, pero de los menores. No tenía ni treinta y seis años, pero la orden ya se había desgarrado mucho debido a que tenían una visión demasiado inflexible, y había muchos que estaban pidiendo a gritos un cambio en la regla original.
Por otra parte, este fue nombrado como Cardenal. Gregorio X le dio la encomienda a San Buenaventura de preparar cualquier tema que se llevara a cabo en el Concilio ecuménico de Lyon, todo lo que se pudiera relacionar con unir a griegos ortodoxos, esto debido a que ya se había hecho la propuesta de parte de Miguel Paleólogo (emperador) de que hubiera una unión con Clemente IV. A este concilio solo tuvieron la oportunidad de asistir las personalidades más distinguidas que podrían existir.
Oración a San Buenaventura
San Buenaventura nos enseña una forma de seguir a Jesús en la cual le demostramos el amor que tenemos y el deseo hacia él, nos hace entender que debemos de desear a Dios, así como el agua, porque es lo más importante para nuestras vidas.
Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío, los senos más escondidos de mi alma con el suavísimo y saludabilísimo dardo de tu amor y de una verdadera y pura caridad, tal como la que llenaba el corazón de los Santos Apóstoles, a fin de que desfallezca y se derrita sólo en amor tuyo y en deseo de poseerte. Que ansíe por Ti, que desfallezca en tus atrios, y que no aspire más que a verse libre para unirse contigo. Haz que mi alma tenga hambre de Ti, oh Pan de los Ángeles, alimento de almas santas, pan nuestro cotidiano, lleno de fortaleza, de dulzura, de suavidad, que a cuantos con él se nutren hace sentir las delicias de su sabor. ¡Oh Jesús a quien los Ángeles desean siempre contemplar, haz que mi corazón sin cesar tenga hambre de Ti, se alimente de Ti, y lo más profundo de mi alma sea regalado cpn la dulzura de tus delicias. Que mi corazón tenga siempre sed de Ti, oh fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la casa de Dios. Que no ambicione otra cosa sino poseerte, que te busque y te encuentre, que a Ti me dirija y a Ti llegue, en Ti piense, de Ti hable y todo lo haga en loor y gloria de tu nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin; y que Tú sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mis riquezas, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi olor, mi dulcedumbre, mi alimento, mi comida, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi heredad, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija, firme y hondamente arraigada mi alma y mi corazón. Amén.
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